¿A qué llamamos violencia?
Violencia es toda acción o comportamiento que atenta contra la dignidad, la libertad y la integridad física y psicológica de todo ser humano.
Y la violencia sexual... ¿qué es?
En el caso de la violencia sexual, se atenta contra los derechos sexuales y reproductivos ya sea mediante el uso de la fuerza, las amenazas, intimidación, aislamiento, manipulación o cualquier otro mecanismo que quebrante la voluntad de la pareja.
¿Hay posibilidades de violencia sexual en “sexo consentido”?
Por supuesto que si, solo que de “sexo consentido” no tiene nada.
Existen formas de violencia que se invisibilizan porque se dan por la pareja (formal o no formal) lo cual supone que será sexo consentido (relaciones sexuales voluntarias), pero: ¿qué pasa si no deseamos tener relaciones con nuestra pareja y nos fuerza a tenerlas? o ¿qué pasa cuando le decimos que se detenga y no lo hace?, ¿eso es violencia? Así es, a pesar de que la relación sexual se de con la pareja, si estas no fueron bajo el consentimiento y la voluntad de ambos, se considera violencia.
Y hay diferentes formas de manifestarla, por ejemplo:
Violencia física
A través de los golpes, ataques con armas de todo tipo.
Violencia Psicológica
Este tipo de violencia se da por intimidación, asustándolas con la mirada, con acciones y gestos, rompiendo objetos, mostrando armas, atacando su autoestima con insultos, confundiendo a la pareja para que piense que tiene rasgos de locura, limitando su vida social, utilizando los celos para justificar sus acciones, etc. Incluso podemos observar la violencia cuando se le niega a la pareja el uso de métodos anticonceptivos, exponiéndose al riesgo de embarazo o de infecciones de transmisión sexual (ITS).
Dependencia Económica
En este caso una de las partes abusa de su posición de proveedor y utiliza esta situación para quebrantar la voluntad de su pareja.
¿Cuáles son las causas de la violencia sexual en las relaciones de pareja?
Hay muchos factores que generan que las personas se conviertan en agresores de sus respectivas parejas.
Muchos textos señalan elementos que intervienen en la generación de violencia dentro de una relación de pareja, por ejemplo, el uso y abuso del alcohol y las drogas, la conducta impulsiva, antisocial, el haber sufrido abuso sexual durante la niñez o el estar inmersos desde pequeños en un ambiente hostil y de violencia, puede condicionarlos a tener este tipo de comportamiento.
Según Georgina Zárate, sicoanalista y académica de
Si seguimos este concepto al pie de la letra, se puede llegar a justificar una situación de violencia, seria mejor tomar esta noción para explicarnos cómo las experiencias violentas que se dan durante la niñez (dentro o fuera del hogar) pueden crear futuros maltratadores de parejas y en el caso de las victimas el soportar tales experiencias, se asocie también a la presencia de violencia durante su niñez.
¿Y qué pasa con las personas que sufren de violencia sexual por la pareja?
Las personas que soportan la violencia durante mucho tiempo sufren las consecuencias que se expanden a los niveles de su desarrollo personal, su salud física y su salud mental ya que pueden sufrir de depresión, miedo, ansiedad, baja autoestima etc. Aunque la baja autoestima es un factor que se convierte en causa y efecto de este tipo de relaciones violentas, es decir, permitimos la violencia por la baja autoestima y se minimiza aún más nuestra estima, a consecuencia de la violencia sexual.
¿Y las victimas suelen buscar ayuda?
Solo cuando su vida esta en peligro. En el caso de las mujeres que son las principales victimas, según el informe de violencia sexual y física en el Perú realizado por CMP Flora Tristán, ellas han buscado ayuda solo al estar heridas de gravedad, amenazadas de muerte, o cuando son madres y se les amenaza a sus hijos.
Otras mujeres no denuncian los casos de violencia porque piensan que es “normal”, porque no pasó nada grave, o porque tienen miedo de que la sociedad y las instituciones no les crean o no las puedan ayudar, también por temor a las amenazas o porque simplemente no desean perder a la pareja.
¿Qué hacer?, ¿Se pueden encontrar dificultades en el camino?
Creo que identificar la violencia y denunciar al agresor involucra gran parte de la solución del problema.
Sin embargo, no todas las personas tras identificar la violencia denunciaran a su agresor, menos aun si es su pareja.
Por ejemplo; hay victimas que identifican la violencia, pero les cuesta denunciar a la pareja, ya sea por guardar la imagen que tienen de si mismos (no desean reconocerse como victimas) o por proteger la imagen que proyectan ante sus amistades o redes sociales. Otro factor puede ser el miedo, la baja autoestima o como líneas arriba se dijo; si se ha vivido inserto en violencia, se habrá “acostumbrado” a tales experiencias.
Además, el saber que el agresor es la pareja, quizás los haga retroceder en su decisión de denunciarlo, pensando que: “algo malo habré hecho para que reaccionara así”, o quizás lo más fácil sea “negarse” la situación de violencia sexual pensando de que hay cierto “derecho”
Por otro lado, hay personas que sufren de violencia sexual y no la identifican, ya que piensan que ésta, solo se da por “extraños” y con el uso de la fuerza, no esperan que esta violencia la puedan recibir por parte de la pareja y a través de otros medios de coacción.
Asimismo, la falta de difusión o la información sesgada sobre los derechos sexuales y reproductivos que son vitales para poder elegir, disponer, decidir sobre lo que queremos y no queremos en una relación de pareja puede confundirnos en la identificación y resolución del problema.
Lamentablemente, solo un 20% de la población (en el caso de violencia hacia la mujer) denuncia a su agresor, por lo tanto, hay poca información real sobre el tema, sobre las dimensiones de la violencia sexual (entre parejas no solo heterosexuales sino también en cuanto a parejas homosexuales) esto hace que la magnitud y avance del problema no se conozca, además que hace difícil que se trabaje en elaboración de políticas y programas de prevención.
Por último, ninguna persona debe soportar situaciones que vulneren sus derechos y menoscaben su integridad. Hace falta tener la suficiente información y valentía para denunciar el maltrato apenas lo identifiquemos como tal. No podemos justificar la violencia sexual, solo porque la recibimos de parte de la pareja. El tener una pareja no significa que perdemos nuestros derechos, sino que los ponemos en práctica en cada una de las experiencias que vivimos a su lado. Basta una falta de respeto o que se minimice nuestra voluntad, para conversar con la pareja y expresar lo que deseamos hacer, si la pareja nos respeta comprenderá nuestros deseos. Sino es así, es necesario buscar ayuda profesional e institucional para que este problema no avance.