miércoles, 9 de febrero de 2011

Noticias... Lo que queda del derecho natural

Hacemos eco de una noticia relacionada con el ejercicio de los derechos sexuales.

POLÉMICA: LA UNIÓN CIVIL GAY EN DEBATE
Lo que queda del derecho natural
Por: Juan F Monroy Abogado

Miércoles 2 de Febrero del 2011

Refiriéndose a la unión civil gay, el cardenal Juan Luis Cipriani ha dicho que “va contra el derecho natural”. La frase es impactante por quien la dice, pero escasamente sólida y carente de fundamento, como pasamos a demostrarlo.

El derecho natural, llamado también Iusnaturalismo, constituye la tradición más duradera del pensamiento jurídico. De Sócrates a Grocio –pasando por Santo Tomás de Aquino y Hobbes, entre muchos otros– hay veinte siglos de pensamiento jurídico iusnaturalista. En estricto, el derecho natural no es una teoría sino una familia de teorías que se pueden agrupar en dos ideas centrales.

La primera es que encima de los derechos de cada Estado hay un derecho supremo llamado natural, pero no por su composición física, sino porque su naturaleza es trascendente. Para algunas teorías, esa naturaleza es “divina” y para otras “metafísica”. Para el derecho natural, sus principios son: categóricos (por eso indiscutibles), cognoscibles (los podemos aprender), universales (para cualquier lugar) e inmutables (para cualquier tiempo).

La segunda idea es que el derecho de los estados –llamado positivo y formado por normas que genéricamente llamamos leyes– solo tiene tal calidad si es conforme con los principios del derecho natural. En caso contrario, simple y llanamente no es derecho.

Un mérito de la Ilustración fue separar los sistemas de creencias de los de conocimientos, digamos que separó la fe de la esperanza. Las ciencias por ejemplo –y el Derecho lo es– empezaron a usar el método empírico para incorporar sus datos (observación de hechos, hipótesis, comprobación, teoría). Esto determinó que a partir del siglo XIX el derecho natural sufriera una profunda crisis de la que no se recuperó jamás.

Hoy se considera al Derecho un fenómeno cultural construido con el fin de perfeccionar un subsistema que regule las conductas de los miembros de una sociedad (sistema), buscando su cohesión. Con logros y frustraciones, quizá más de las últimas, esto es el Derecho. Hoy el legislador puede cometer un terrible error: promulgar una ley sin haber investigado la realidad donde se aplicará; sin embargo, nadie pensará que tal defecto se debió a que no advirtió un principio jurídico, inmutable y universal, que habita en el cielo platónico (topos uranus).

Sostener que una “ley natural” tiene origen divino debe ser la afirmación más sobrenatural que se pueda expresar. Por eso si bien el derecho natural es parte esencial del desarrollo histórico del Derecho, cuenta muy poco para enfrentar los problemas jurídicos de la sociedad contemporánea. Esta afirmación no desconoce, en absoluto, la necesidad que tiene el Derecho de que sus investigaciones tengan fundamento ético –no solo una ética descriptiva sino también normativa– pero sin dogmas, porque dejaría de ser ciencia.

La palabra derecho es ambigua, vaga y posee una carga emotiva favorable e intensa, igual que el término democracia. Por eso el generalísimo Franco llamó a su tiranía “democracia orgánica” y el soviet supremo llamó “democracia real” a las dictaduras que impuso a sangre y fuego detrás de la cortina de hierro. Estas son definiciones persuasivas, porque quien las expresa altera el contenido reconocido del concepto a fin de beneficiarse con su efecto emotivo.

Decirle a alguien que “no está a derecho” o que “no tiene derecho” es imputarle un comportamiento marginal, ilícito, irregular, hasta inmoral. Al sustentar en el derecho natural su posición sobre la unión civil gay, el cardenal Cipriani ha querido convencer a su grey que esta unión es marginal, irregular, ilícita e inmoral. Entonces, ha hecho un uso persuasivo del lenguaje que urge ser desvelado.

El derecho natural carece de base científica para fundamentar jurídicamente una afirmación como la expresada o cualquiera otra. Se puede estar en desacuerdo con la unión gay desde una fe religiosa, eso es inobjetable porque, al no ser verdaderos ni falsos, los dogmas no se discuten. Pero no desde el Derecho, porque este, como las otras ciencias, se ha convertido en los últimos dos siglos en el cementerio de muchos dogmas. Por eso no descarta –a priori y sin sustento científico– el análisis y eventual reconocimiento jurídico de ninguna institución social.

Fuente: El Comercio

No hay comentarios:

Publicar un comentario